Cuando surge en nosotros la sensibilidad, que trae la comprensión de lo que en verdad venimos a realizar a la tierra, desde nuestra alma, surge la compasión y la inocencia, comprendemos que somos niños en los brazos de la vida y que podemos ser fuentes de bendición, aún en los escenarios donde por ignorancia nos equivocamos o tenemos mucho que aprender y también en los aspectos de la vida en donde ya hemos madurado, nos hemos hecho responsables y podemos enseñar los frutos de nuestra experiencia.
