Viviendo el Propósito

Hoy vamos a tratar de profundizar en la función con la que podemos contribuir a la vida desde nuestra naturaleza más auténtica.

En estos momentos en que la vida nos ha detenido y el miedo puede venir con sus mensajes de carencia y necesidad, podemos elegir otro camino, un camino en el que reconocemos que somos existencia y que somos el poder de realizar lo que deseamos.

El deseo como hemos explicado es un centro de atracción que hace que la materia sutil que es pensamiento se convierta en una manifestación. 

El deseo es un vacío que quiere llenarse con placer, el proceso es que si no estamos conectados con nuestro Ser, lo que deseamos puede estar solo enraizado en la conciencia corporal que como hemos estudiado se enfatiza en la estimulación externa y no el goce existencial incondicional.

Cuando nuestro deseo es traer lo más alto de nuestro Ser a este mundo a través de la función que venimos a desempeñar y actuamos en función de su realización, es como el árbol cuando después de madurar en la tierra entrega su fruto.

Meditemos hoy en cuál es nuestro deseo más profundo y la función con la que enriquecemos la vida. 

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