Para atravesar el miedo, para llegar a la otra orilla en donde dejamos de sufrir por las circunstancias, esa otra orilla en donde dejamos de pensar que terminará lo que amamos, que no podremos continuar, que no tenemos las fuerzas suficientes para enfrentar aquello que tememos.
Para atravesar el miedo que nos debilita, nos somete, nos esclaviza, hay que tener la fuerza de mirarlo de frente y avanzar, avanzar hasta que se disipe como la niebla, hasta que revele lo que oculta, porque allí, en ese lugar secreto, el miedo ha guardado la verdadera plegaria, el verdadero anhelo, ese que se alza hasta nuestro verdadero Ser en libertad.