Hoy de nuevo vamos a tratar de explorar y profundizar en una de las emociones más complejas que experimentamos, el miedo.
En los animales hay un estado que corresponde a la naturaleza instintiva, que nosotros denominamos instinto de supervivencia.
En el ser humano los instintos naturales, empiezan a adquirir toda una serie de matices, ya que sobre esa naturaleza básica, se desarrolla un tipo de percepciòn emocional y racional que empieza a complejizar estos estados.
La complejidad se asocia y se corresponde con una dificultad de integrar el flujo de los distintos aspectos de nuestra naturaleza.
Esta dificultad se consolida en la sensaciòn de ser un cuerpo, que en su extensiòn es una personalidad, que puede ser vulnerada, que puede morir y sobre todo que está separada y que depende de las circunstancias y relaciones físicas para su supervivencia.
Sin embargo cuando el ser humano empieza a crecer interiormente, una naturaleza sutil empieza a presionar un desarrollo superior que lo lleva a considerar que no solamente es un cuerpo, sino que hay una dimensión mucha más basta, esta presiòn genera un desarrollo de la percepción que quiere trascender lo corporal.
Sin embargo esa percepciòn o sensaciòn del Ser, se oculta tras las murallas del miedo, ya que el nivel de conciencia enfocada en la naturaleza corpórea, tiene en el miedo sus raíces y su razón de existir.
Detrás de ese temor se encuentra un nivel de conciencia existencial, que conecta con la vida no limitada a las barreras de la piel, sino expresada en todos los seres, esta conciencia cuando despierta conecta con la vida real.