Normalmente sentimos como seres humanos una necesidad de sentir integración, para no sentirnos aislados, para no sentir una sensación de ausencia o carencia que intentamos llenar siempre de una forma u otra.
La mayoría de las cosas que realizamos, sin darnos cuenta, están encaminadas a lograr traspasar la sensación de vacío, a través de las relaciones que establecemos o de la búsqueda de sensaciones que nos produzcan un tipo de placer que nos distraiga de estar con nosotros mismos y sentir soledad.
Este hecho genera que muchas de nuestras relaciones se convierten en procesos de dependencia emocional, o de fantasías anheladas de integración que contrastan con una experiencia cotidiana muy diferente. Y entonces nos volcamos a toda la gama de placeres sensoriales que nos enfocan en una serie de estímulos que sentimos suficientes para pasar los días y distraer nuestra mente.
Y aunque es difícil de considerar que los asuntos o experiencias que nos generan miedo, o juicios negativos también hacen parte de estos estímulos. (A esto se le llama placer negativo, pues dentro de nuestra química corporal, todo lo que produce estados de excitación genera apego y adicción, ya que son una forma del placer para el cuerpo.Y por eso repetimos estados emocionales de conflicto.)
Sin embargo hay un instante único y sagrado en el que descubrimos que todos esos estados no están enraizados en un goce real y permanente, y descubrimos que en el fondo nos llevan a aumentar la sensación de falta de sentido.
Cuando esta revelación surge en nosotros comienza la búsqueda, el anhelo y el deseo de llenar nuestra vida con algo que esté por encima de las circunstancias, el misterio es que todo ese sendero solo puede conducir a una reintegración con la conciencia del valor y la sacralidad de la vida que somos, cuando esta conciencia de lo que somos empieza a despertar se hace posible sentir el valor y la sacralidad de quienes nos rodean y de todo cuanto existe, empezamos a experimentar el goce de existir.
Esa es la base de nuestra verdadera sanación, esa es la base de conciencia que empieza a equilibrar nuestro campo emocional, esta es la forma de ser canales que ayudan y contribuyen a la elevación sensible de nuestro mundo , compartiendo el amor a la vida de forma incondicional a través de nuestros pensamiento y actos.